domingo, 17 de mayo de 2015

Carta a un ex-amante




Sé lo que piensas... Piensas que todo fue un error... Piensas que te engañé y que por eso me fui con otro... 

Esperabas que, como siempre, te contestara el teléfono cada vez que llamabas, y que estuviera disponible y lista para complacerte, cada vez que tu quisieras. Lo reconozco, te amaba y por eso lo hacía. Por eso siemore estaba ahí para ti.

Recuerdo que cuando supiste que había conocido a alguien, que salíamos de viaje y que estaba feliz, me reclamaste el haberte mentido. 

Todavía conservo tu último mensaje. Te imagino dolido y lastimado. Creo que ahí fue cuando me di cuenta que si me querías. Ni tú sabías cómo, ni porqué, ni para qué... Pero no me cabe duda de que me querías. 

Nunca te dije que el tiempo que estuve contigo, lloraba porque te extrañaba, porque tenía necesidad de ti y no te tenía, porque quería dedicarte mi vida y tu no podías corresponderme de la misma forma. 

Y justo, cuando peor me sentía, apareció esa persona... Esa persona que tanto detestas y que me dio algo que tú jamás ibas a darme, aunque ahora digas lo contrario.

Cuando no había vuelta atrás y yo ya había tomado decisiones, apareciste una vez más para decirme: "Yo estaba arreglando mi vida para poder estar contigo... Yo me veía viviendo contigo porque te amaba". 

Entonces  me invadió una profunda tristeza, mientras pensaba porqué jamás me lo dijiste, porqué tus acciones no correspondían a eso que ahora me decías... En el fondo me convencía a mí misma de que tú me estabas mintiendo, que eras igual a todos aquellos hombres que le prometen cosas a su amante a sabiendas de que no podrán cumplírselas. 

Ahora, en mis circunstancias, me reclamas, me juzgas, me dices que me equivoqué, que tomé muy malas decisiones. Peor aún, intentas mostrar una preocupación que a mi más bien me parece lástima. Ese maldito sentimiento que no debiera existir. Lástima porque las cosas con "ese hombre" no funcionaron, lástima porque decidí afrontar nuevas responsabilidades yo sola... Detesto la lástima, pensé que lo sabías. Pensé que me conocías lo suficiente para saber que no iba a permitirte que me juzgaras y mucho menos que me lastimaras más.

El día de hoy me di cuenta que ese amor que nos teníamos era tan grande, que no nos permite ser siquiera amigos. Yo sigo creyendo que algún día te volveré a ver, que algún día te volveré a abrazar y tu... Tú no sé que piensas... Te regodeas jugando con mis sentimientos y mi tiempo. Y ya no estoy dispuesta a soportarlo más.

Reconozco que sí, fuiste el amor de mi vida. Te amé como a nadie he amado, me hiciste tocar el cielo cada segundo a tu lado. Es más si pudiera, te seguiría amando. 

Pero ya no. Ya no más. Me has demostrado que puedes ser el más hiriente de los hombres, el más burlón, el que más me juzga, el que juega a ser el amigo y actúa como verdugo.

Hoy tengo algo que ocupa más mis pensamientos y que me invita a luchar y a ser feliz, así que no puedo tenerte más en mi vida, reprochándome, mintiéndome, y haciéndome creer que algún día volveré a verte...

Ya no. Hoy te suelto y te pido que me sueltes. Hoy te digo adiós. Adiós para siempre.

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