martes, 1 de abril de 2014

Crónica de un viaje no anunciado...


El jueves todavía estaba pensando si me iría de viaje o no el fin de semana. Cuando el viernes me puse intensa con alguien de mi oficina (me sacó de mis casillas y le grité poquito), me di cuenta que evidentemente ya estaba muy malita de mi tolerancia y que hacer ese viaje era muy necesario para mi salud emocional y la de todos los que me rodean.

Así que el sábado tomé un camión rumbo a Acapulco, específicamente a Pie de la Cuesta. Desde hace un tiempo moría de ganas de ir a un hotel que se autodenomina ecoturístico, pero nadie podía acompañarme por falta de tiempo y  dinero, así que decidí irme yo sola acompañada de un libro que, dicho sea de paso, disfruté muchísimo: "Tokio Blues" de Haruki Murakami.
 

Dado que tuve que ir a dejar una tarea de la maestría, llegué bastante tarde a mi destino, alrededor de las 7 de la noche, pero muy a tiempo para ver la puesta de sol. Ese sol que pasa por todas las tonalidades de amarillo, naranja y rojo hasta que se oculta. El gran señor sol. Había escuchado que los atardeceres en este lugar eran maravillosos, pero no imaginaba que tanto.

Algo me decía que este viaje era especial por varias cosas. Para empezar era la primera que viajaba sola (ya sé que soy mayor, pero no lo había hecho, lamento mucho que no sea tan forever alone como otras personas). Además, tenía que hacer un alto para reorientar mi existencia y ser congruente, ya que tenía un montón de emociones, ideas y pensamientos hechos una verdadera maraña y no quería meter la patota frente a personas y circunstancias novedosas que estaban apareciendo en mi vida.
 

Una vez terminada la puesta de sol me fui a cenar en el restaurante del hotel y ahí conocí al gerente de nombre Carlos. Tipazo y muy amable. ¡No gentecita, no piensen mal!... dice un amigo que curiosamente las bonitas siempre hacemos un montón de amigos donde sea, pero les prometo que así como me trataron a mí, trataron a todos. Más entrada la noche, caminé por la orilla de la playa hasta que me pasé al campo militar y unos militares me sacaron... Equiiiiissss... ¡no había señalamientos, ni nada! 
 

El domingo había apartado mi lugar para usar el kayak, pero antes quería ir a correr. Recorrí aproximadamente tres kilómetros acompañada del amanecer y el sonido de las olas del mar. ¿Acaso se podía pedir mayor libertad? Al final, mojé mis tenis, me mojé yo, huí de las olas... me divertí muchísimo y la verdad sí, estaba muy muy feliz.
  



Terminando de desayunar me lancé al kayak y luego a la Isla Montosa. Si hubiera ido yo sola me hubiera salido bastante caro, así que tomé una especie de lancha colectiva que nos trasladó, primero a la Isla de los Pájaros, luego a Isla Montosa y después a Barra de Coyuca. Aquí hago un alto y reconozco que el recorrido no me encantó. Es algo muy personal, pero soy una mamona. Me chocan los atascaderos, escuchar banda o reggeaton en los lugares donde hacen comida, comprobar porqué en México somos el primer lugar en obesidad y que la gente tire su basura en la playa. No lo resisto. Pero a pesar de eso me di cuenta de algo. No tenía a quien culpar de haber hecho ese recorrido, más que a mí misma. A eso se le llama responsabilidad y ¡ay goeeeiiii y a veces como cuesta trabajo responsabilizarnos de nuestras propias decisiones!
 

 
 
De regreso a mi hotel (ya era bastante tarde) participé en una meditación budista a la orilla del mar... sentada sobre la arena... liberamos energía y nos llenamos de "luz de colores". Para algunos se les hará rarísimo, no creen en eso, o lo que sea. Yo me guardo mi opinión al respecto (es como meterse en política o religión y definitivamente paso). Lo que sí puedo decir es que me sentí muy relajada, muy tranquila y muy liberada. Sentía que era parte de un todo, de un universo. Y no, no estaba fumando nada. Lo juro.
 
Ayer mientras muchos andaban de godínez, yo seguía en la vacación. Había decidido salir a correr (ahora descalza) y estarme todo el día "arranada" frente al mar pensando, meditando, leyendo, tomando el sol, analizando, decidiendo. Y justamente eso hice. Nadé en la alberca, me tumbé al sol, leí mi libro hasta que lo terminé, hicimos otra meditación, dormí y descansé muchísimo.
 



No quería que la experiencia terminara. Había pasado un excelente fin de semana. Conocí gente extraordinaria, estuve en contacto con la naturaleza, sentí la brisa del mar, caminé descalza en la playa, leí un libro que me vino como anillo al dedo (soy como Midori, léanlo para que sepan de lo que hablo) y tomé decisiones de vida.

Recordé lo valiosa que es la vida misma y que hay que vivir con intensidad, siempre, en todo momento. Al tope, con el corazón y la cabeza. Perdoné a quienes tenía que perdonar y cerré círculos con algunas personas y situaciones que por alguna razón ya no están en mi vida, pero que agradezco porque me han hecho la mujer que soy ahora. Valoré muchísimo mi trabajo, que aunque a veces me tiene con los nervios de punta, me permite cubrir mis necesidades y obvio disfrutar de vacaciones como estas. Confirmé que lo que quiero para mí es una familia (digo, por si pensaban que era un caprichito que sólo me iba a durar un par de semanas) y decidí alejarme de todo aquello que, por el momento, no me enriquece como persona. Sí, eso incluye a personas que quiero mucho, que respeto más, pero que están tan absortas en sus propias cosas que no atinan más que a juzgar o criticar, muchas veces sin intención de hacerlo. Se escucha fatal, pero lo que no me enriquece, no me sirve por el momento.

Después de este fin de semana, siento que mi vida retoma su rumbo y estoy a la expectativa de ver que sorpresas me depara. Porque si de algo estoy segura es de que vienen cosas maravillosas y vivencias completamente nuevas. En conclusión, definitivamente estoy renovada.


Datos duros

Siempre que investigo sobre algún lugar, me molesta muchísimo que no encuentre información sobre los precios. Es por eso que me atrevo a compartirles los costos aproximados de un viaje así, por si algún día ocupan.



El hotel donde me quedé es el Hotel Baxar y su página de Internet es www.baxar.com.mx El hotel cuenta con varios tipos de habitaciones y unos paquetes padrísimos y económicos que pueden consultar en la página, para pasar un fin de semana romántico, de amigos o de aventura. Es importante que les diga que los costos cuando uno va solo cambian y en mi caso, yo pagué $1,296 pesos por noche en la habitación más sencilla. En mi opinión no vale la pena pagar más por otro tipo de habitaciones porque la alberca está a unos pasos y caray, si uno quiere ver el amanecer se despierta temprano y listo.
 
En el hotel dan masajes y aunque yo no tomé ninguno, los precios oscilan entre los 300 y 400 pesos que es el más caro. Obvio en camilla con vista al mar, así que sin duda puede valer la pena.


Por lo que hace al kayak, dicho paseo ya se incluye con la reservación, al igual que el desayuno continental que consiste en fruta o jugo, pan tostado, mermelada y café o té. Súper raquítico, así que vale la pena invertirle. Máximo por comida, por persona, se gastan 200 pesos, obvio sin alcohol. El día que más comí si gasté como 350 pesos, peeeroooo pedí ensalada, guisado, postre y dos bebidas. No juzguen mi atasque... moría de hambre y casi no había comido en todo el día.

Si quieren conocer lugares, les sugiero el colectivo que cuesta 100 pesos. Lo venden como a dos locales del hotel, en un lugar que se llama "Viajes Juanita" o algo así... el Juanita es lo que distingue el lugar. Ya sé que a mi no me gustó nadita, pero que a mi no me haya agradado no significa que a alguien más no le pueda gustar. Si van, bájenle a sus ínfulas de mamonez, por favorcito.

Finalmente, súmenle el transporte. Yo me fui en camión y en total de ida y vuelta fueron 1200 pesos en servicio Estrella de Oro Diamante, pero hay camiones mucho más económicos. Asimismo, si quieren realizar actividades como surfear tienen que sumar aproximadamente 700 pesos por hora. Si quieren antrear, tienen que ir al centro de Acapulco y sumarle lo que suelan gastar ahí, ya que Pie de la Cuesta es, básicamente, un lugar para descansar y no para reventar.

Como pueden ver, este viajecito se puede ajustar a cualquier presupuesto dependiendo de las actividades que uno desee llevar a cabo. Sin duda, vale la pena invertir nuestros ahorros en algo así. Les aseguro que no se arrepentirán. 

2 comentarios:

  1. Que rico viaje. Se me antojó hacer un viaje sola. Hace años que no tengo un tiempo conmigo misma. Felicidades por darte ese espacio. Ana Ivich

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  2. Suena interesante un viaje así, sólo con tu pensamiento, yo en mi vida no he tenido un viaje así, siempre acompañado con mi familia, pero igual los he disfrutado.

    Que sigas siendo feliz.

    Un abrazo

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