viernes, 4 de octubre de 2013

De cómo viví la Carrera del Centenario del Ejército

Lo confieso… no dormí casi nada un día antes de la carrera y llegar fue toda una travesía… Adivinan… me perdí y caminé más de un kilómetro para llegar al Campo Militar. Además, en el camino me tropecé y nada más estaba esperando que nada me doliera. Nada me dolió y al contrario, aprendí que siempre debo fijarme donde piso, no ir baboseando con el celular cuando camino y levantar más los pies... ¡Eso! Consejos utilísimos por cierto.

La fila para ingresar al Campo Militar estaba larguísima. Ahí estábamos todos bien formaditos y saludando a los amigos, cuando de repente, los corredores se empezaron a dispersar y a amontonar en la entrada principal que así nomás, sin avisar, abrió sus puertas para recibir a todos estos locos (me incluyo obvio), algunos de los cuales ya iban tarde para iniciar su medio maratón.

Yo iba a la carrera de 10 kilómetros así que, según yo, estaba en tiempo. Solamente que no tomé en cuenta que la filas para la paquetería eran larguísimas y que la fila para ingresar a los corrales y las de los baños parecían fusionarse en una sola. Resultado: me formé en la fila de los baños (ya sé, merezco un zape) y cuando me percaté de ello tuve que correr a mi corral porque estaban anunciando la salida, así que no calenté nadita. Error, error garrafal.

A la voz de “en sus marcas, listos, fuera!”, inició la carrera. Debo reconocer que todo estaba bien, tenía buen ánimo y muchísima emoción… pero de repente me enfrenté a una ruta que de verdad se me hizo dificilísima. 
Bajadas, bajadas y más bajadas, sí ¿verdad?... ¡qué fácil! dirán algunos… sólo que cuando la bajada es mayor a un kilómetro hay que cuidar los meniscos y no había calentado nada, así que sentía cada paso en mis rodillas. Además, no se debe perder de vista que las leyes de la naturaleza nos enseñan que siempre, sin excepción, todo lo que baja, en algún momento tiene que subir… y ¡vaya que subimos!!! Yo sentía que aquello eran paredes... (Alguien dirá que no es para tanto, pero corriendo para mí si lo era).
Los primeros 5 kilómetros los disfruté mucho porque llevaba buena música y buen ritmo… además se me salían los ojotes con los aviones, helicópteros, zonas de tiro, zonas de práctica de paracaidismo y demás lugares por los que íbamos pasando.
Sin embargo, en el kilómetro seis hice un alto... Sabía perfectamente que tenía que repetir la ruta, con todas las bajadas y subidas pronunciadas que ello implicaba, y me empecé a sentir un poco fastidiada… Además estaba cansada… tuve que reconocer que haber dejado de entrenar dos meses había mermado considerablemente mi condición física, y que dos semanas de entrenamiento no eran suficientes para enfrentarme a una ruta de esa naturaleza. Así que me relajé y me dije: “Vine a disfrutar y no a sufrir… si me da la gana pararme a tomar una foto, lo voy a hacer y una vez que la tome reanudaré la carrera”. Y sí, así lo hice. Y así pude tomar las fotos que forman parte de este post.
Una hora y quince minutos después, según marcó mi reloj, terminé de correr esos 10 km que para mi fueron de altísimo grado de dificultad y logré cruzar la meta con los brazos en alto y una sonrisota como siempre lo hago (no sea que en las fotos una salga toda compungida, verdad?) 
 
 
Quiero destacar el gran esfuerzo de los organizadores, pero también señalar algunas fallas. Para empezar, había un gran desorden para recoger tus pertenencias en la zona de paquetería (entiéndase casas de campaña ubicadas estratégicamente donde los corredores encargamos nuestros triques). Cómo estarían que de plano te los iban entregando como iban saliendo  de la casa de campaña y los anunciaban a grito pelón cual Lotería Nacional. Por otra parte, mis resultados no aparecieron en la página oficial de la carrera, lo cual me hizo percatarme de que no soy pinches nadie para el Ejército... Ok no. Sólo creo que para la siguiente ocasión, estos detalles podrían mejorarse.
 
Ahora, ya corrí y ya me divertí... Sin embargo, lo importante es: Qué aprendí? Pues ahí les va: 
 
* Aprendí que nunca hay que subestimar los entrenamientos. No se puede ir por la vida corriendo un día si y dos no, y pensar que uno está entrenando. No. Es necesario un plan, una estructura y un orden.
 
Aprendí que jamás hay que empezar a correr y aventarse como el Borras, sin haber calentado prevamiente. Cómo puedes ser competitivo cuando tienes los músculos fríos? Definitivamente no hay manera.
 
* Aprendí que debo seguir trabajando duro para conseguir lo que quiero y que jamás debo darme por vencida. Ahí están las metas y los proyectos... Ahora, sólo debo trabajar por ellos. 

4 comentarios:

  1. Me parece super bien que pararas cuando ya te dolían las rodillas, ya estas aprendiendo mi Gina, pq sino acabas toda fregada y luego te extrañamos, animo y que bien que disfrutes tanto tus carreras!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Carlita, gracias por leerme. Efectivamente y dados mis antecedentes, aprendí que los dolores significan algo y hay que atenderlos. Te quiero amiga!

      Eliminar
  2. Wooooow!!! Eres una fregona Gina!! Después de tus lesiones y haber conquistado SEDENA no es de cualquiera Te Felicito Muchisimo, en verdad. Sandy

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tengo un buen ejemplo y sabes que carrera recuerdo tuya? La del Desierto de Los Leones... Fue difícil y la terminaste. Eso, eso es un ejemplo!!! Y yo me declaro tu fan! :))

      Eliminar