lunes, 26 de agosto de 2013

El XXXI Maratón de la Cd. de México visto desde mi trinchera: la porra

Ayer se celebró la gran fiesta que representa el ya afamado Maratón de la Ciudad de México. Originalmente yo iba a correr Medio Maratón pero mis lesiones de las que hablé en mi anterior post y diversos problemas personales, impidieron que lo hiciera, así que obviamente llevaba unos días viviendo en la ardidez absoluta, la negación y el desánimo de asistir a dicho evento, incluso como porra.
 
Sin embargo, días antes muchísimos amigos que correrían su primer Maratón y Medio Maratón me contagiaron su entusiasmo acerca de esta fiesta y decidí asistir.
 
Ese día me desperté desde las 4 de la mañana con la emoción que se siente acompañar a quienes corren y unas cosquillas en el estómago inauditas (ahora sí que desconozco la razón, dado que yo no iba a hacer nada).
 
Mi primera sorpresa fue cuando llegué al metro Zapata alrededor de las seis de la mañana. Fue maravilloso ver que conforme nos íbamos acercando al metro Hidalgo, los vagones se iban llenando de más y más corredores seguros, felices, desbordando una energía súper especial y unidos por un mismo motivo: alcanzar sus metas deportivas.

 
Aproximadamente al cuarto para las siete de la mañana ya estábamos en el Hemiciclo a Juaréz, escuchando el disparo de salida para las personas discapacitadas, quienes por cierto, siempre hacen un gran papel y son un ejemplo de lucha y constancia (se los dejo de tarea para que ya no vayan por el mundo haciéndose las víctimas y quejándose de todo). Cabe destacar que yo iba acompañando a un runner que correría su primer Maratón, así que pude disfrutar toda esta fiesta desde el inicio. 
 
Justo en el Hemiciclo a Juárez me encontré a mi amiga Caro y buenoooo... no pude sentirme más feliz. Ella es una tipaza y correría Medio Maratón hasta las 8.45 a.m., así que podríamos hacernos compañía mientras tanto... Ya sé... Mis ojeras y yo, pero caray! La desmañanada estuvo dura! ;) 
 

Puntualísimos a las 7 am, se dio el disparo de salida a las mujeres que correrían el Maratón y las 7.15 salieron los hombres. Entusiastas, felices y seguros iniciaron con lo que sería la última vez en que Maratón y Medio Maratón se correrían simultáneamente.


Total que arrancaron todos y  muchas caras conocidas y otras no tanto, pero que Caro se encargó de mostrarme. Fue emocionante ver el entusiasmo de los que corrían, se veía que todos y cada uno estaba dispuesto a dejarlo todo en la ruta. Fue muy simpático ver algunos disfraces: una angelita (con todo y alas), Flash, Batman, el señor de los peluches y el de la basura (son típicos, y quien corre, sabrá a quienes me refiero) y hasta un Hulk que iba descalzo... Sí, leyeron bien. Des-cal-zo
 
Y no sólo eso, había gente de la tercera edad corriendo, personas invidentes y otros que hasta con bastón estaban dispuestos a lograrlo (ya sé... zape en la cabezota al siguiente que diga algo así como “no, yo no puedo”). Ahorita recuerdo a personas como Don Jorge, que apoyado en dos bastones llegó al Estado Olímpico Universitario seis horas después cuando ya lo habían cerrado (pueden leer su historia aquí http://deportes.publimetro.com.mx/don-jorge-el-hombre-de-los-xxxi-maratones) o a Pato Fiel (pueden buscarlo en Facebook con ese nombre y sí, le falta una pierna).
 
Faltaba todavía una hora y media aproximadamente para que mi amiga Caro iniciara su Medio Maratón, así que mientras tanto estuvimos sacando fotografías y coincidiendo con muchísima gente. Mi amiga es hiper popular en el running y tiene montones de amigos. Así, conocí a una chica que corre en el equipo de Adidas, y justo ahí me encontré a un par de chavos que estudiaron en mi misma universidad y que correrían su primer Medio Maratón (chiquitito e increíble el mundo de los corredores). Caro también me presentó a otra chica que quiere hacer triatlón, así que estuvimos platicando al respecto un ratote... y es que para quien no sabe, estoy empeñada en hacer triatlón el año que entra, pero ese es otro asunto.
 
Después de que todos mis nuevos amigos y Caro iniciaron su Medio Maratón, tras el disparo de salida correspondiente, me dirigí a Ciudad Universitaria para echar porras a quienes cruzaran la meta. No está por demás decir que fue un rollo encontrar el metro Juárez porque soy bastante despistada y los polis me mandaban a todos lados menos a donde tenía que ir, y que llegando a metro Copilco tuve que recurrir a la buena voluntad de la gente para saber cómo llegar al Estado Olímpico Universitario.
 
Pero una vez que llegué y me acomodé en las gradas, la emoción fue máxima. Aquí al foto de myself justo en esos momentos... 
 
 
 
Debo confesar que ver el pebetero encendido como en las Olimpiadas de 1968 y toda la gente aplaudiendo, me conmovió mucho.
 
Primero llegaron los peruanos con unos tiempazos inferiores a tres horas, posteriormente los kenianos y algunos mexicanos, y de repente apareció una persona invidente. En ese momento no pude contener las lágrimas... los gritos y aplausos no se dejaron esperar.
 
Tampoco cuando empezaron a aparecer señores de la tercera edad que entraron trotando al grito uniforme de “si se puede, si se puede!!!”. 
 
Fueron momentos muy especiales, de mucho aprendizaje. Yo no había corrido por mis “miles de problemas y mi mugre lesión”, y ahí estaban muchas personas demostrándome que todo es posible, a pesar de las circunstancias adversas.

Cabe destacar que los Maratonistas y Medio Maratonistas siempre estuvieron acompañados del entusiasmo de las personas que fungieron como voluntarios y de aquellos que, sin serlo oficialmente, salieron a las calles a apoyar con una fruta, un chocolate o una coca cola, y lo más importante sus porras. Ya después me enteraría de algunas anécdotas curiosas de los porristas, como aquel que dijo al iniciar el Maratón de las mujeres “Vamos muchachas! Ya corrieron 192 metros, sólo les faltan 42 km” (ya sé... el mexicano y su humor), o aquél que en las calles de la Condesa mostraba un pollo (literal, un muñeco de pollo) y gritaba “Querían apoyo? Pues aquí está su pollo! Vamos corredores!”.
 
La verdad es que yo me divertí mucho y disfruté en grande esta fiesta. Así que los invito a que el próximo año tomen sus tenis y corran, o por lo menos, salgan a apoyar a los corredores... Les aseguro que en ningún caso se arrepentirán.
 
 
 
 
 

jueves, 8 de agosto de 2013

Pinshi estres...

Lo confieso: estoy literalmente hasta la madre de hospitales. Primero mi mamá con insuficiencia renal y ahora yo...

Les cuento. Todo comenzó el día domingo que me levanté a correr y observé que tenía el cuarto dedo del pie izquierdo (dedo anular pa' los cuates) color morado. Equisssss, no? Total, a los corredores se les caen las uñas y no pasa nada, cierto? O sea cool!!!

El domingo hice 18 km, sin nada de dolor... "Soy una chingona", pensaba.

Pero el acabóse fue el lunes. Amanecí con el pie del tamaño de un tamal y unos moretones en la parte anterior y superior del pie (léase empeine y planta). Está bien que el color morado es mi favorito pero pos no se veía padre en el pie, así que como soy bien dramática corrí al médico. El diagnóstico inicial fue falta de circulación que suponíamos se calmaría con el uso de medias comprensivas y unos medicamentos.

Para el miércoles, yo ya no aguantaba el dolor, cojeaba  y los dedos del pie se me empezaron a poner morados. Yo que soy bien "macha", lloraba de dolor...

Pero casi me da el soponcio cuando volví al doctor, con tango y todo, y terminando la consulta me dijo: "es urgente que te internes, no puedes esperar más"...

Mandeee??? Poooor??? Es en serio??? Ni  siquiera puedo ir a mi casa por calzones o algo??? No, pos no... No pude ir (ya me trajeron, digo, pa' que no estén con el pendiente)


Y pues a partir del miércoles estoy aquí con algo que denominan "vaso espasmo", un montón de medicamentos y ejercitando mi paciencia (lo más que puedo se los jurito) esperando que no tengan que operarme y tener que destaparme las arterias ahora si que "a huevo".

La cuestión es que derivado de esto he aprendido algunas cosas que son las que quiero compartir:

1. Un dedo morado, la hinchazón en un pie, y la falta de sensibilidad, son señales, y NO debemos ignorarlas. El cuerpo es sabio y nos avisa, así que hay que estar atentos para que no pase a mayores.

2. Dios aprieta pero no ahorca. Afortunadamente para mí, mi mami pudo venirme a visitar a pesar de la hemodiálisis, y próximamente que la dialicen, yo podré estar ahí para acompañarla. Mi mamá, mi hermana y yo, somos un equipo y por eso los tiempos de Dios son perfectos.

3. Definitivamente los mejores amigos los conoces en la cárcel y en el hospital (o no dice así el dicho?). He recibido muchísimas muestras afecto vía teléfono, vía Twitter... muchísimos mensajes de apoyo. Han venido mis familiares, mis hermosas UVITAS, compañeras de trabajo de las cuales incluso me había distanciado, Carlo de quedó ayer conmigo, y hasta mi jefe tuvo a bien aparecerse pa' desestresarme... Y entonces me he sentido muy querida, acompañada y muy afortunada de contar con personas tan valiosas a mi alrededor.

En conclusión, el camino está siendo difícil, no está divertido que te  inyecten en el estómago o en los brazos... que te coloquen suero y medicamentos intravenosos..  que te venden el pie y aun así te arda... No, no está padre qué procede si el tratamiento no funciona, ni nada.

Sin embargo, todavía me siento feliz y con muchas ganas de salir de esto rapidísimo!! Así que hasta que otra cosa pase #happy #win y por supuesto VOLVERÉ A CORRER.