domingo, 24 de mayo de 2015

Mi mayor regalo



Llevas cinco meses en mi vientre. Los cinco meses más felices de mi vida y en los que te has portado maravillosamente. Para mí, las historias sobre vómitos, mareos y exceso de sueño están, afortunadamente, alejadas de la realidad y puedo decirte, gracias. Gracias mi perfecto y precioso bebé por dejarme vivir estos meses tan plenos en tu compañía y gracias por darme el privilegio de ser tu madre.

Debo contarte que durante este tiempo me he preguntado cómo serías y he tenido muchísimos miedos: ¿mi bebé vendrá bien?, ¿estará completit@?, ¿que efectos tendrá el haber olvidado un par de días tomar ácido fólico?, ¿le gustará cuando vamos a nadar?, ¿porque no siento movimientos?, ¿y si nunca me patea?... Lo sé, mamá primeriza al fin y al cabo.

En otro momento empezaron a preocuparme otros temas como la inseguridad en mi país (¿cómo cuidaré de ti en una ciudad tan difícil?), la guardería (amb@s sabemos que, aunque mi mayor deseo sería permanecer a tu lado, necesito trabajar, así que ¿quien cuidará de tí en mi ausencia?), tu educación e independencia (¿cómo haré para proporcionarte una educación no tradicional?), la crianza respetuosa (¿porque todos opinan e incluso en ocasiones critican el colecho, los pañales de tela, la lactancia mayor a seis meses de vida y el "exceso" de porteo?), entre otras cosas... Insisto... Mamá con exceso de actividad cerebral y primeriza...

Por otro lado, había estado tan emocionada poniéndote música, leyéndote y dándote masajes, y tú me habías jugado tantas bromas en el ultrasonido, de forma que no podía saber si eras niño o niña, que empecé a darle poca importancia al tema y sólo me dediqué a amarte plenamente y a desear que fueras un bebé sano, y yo una buena madre para ti. 

Hasta el día de ayer que me diste la sorpresa. Una hermosa sorpresa que iluminó aún más mi día y que cambió mis dudas y miedos por afirmaciones y deseos. Y esto es lo que quiero para ti: quiero que seas una persona llena de amor por ti misma, por los demás y por todos los seres vivos, una persona que guste de la naturaleza y las cosas simples, que sea humilde, compasiva, valiente e independiente. Quiero que aprendas a llorar y a reír, a aprovechar los obstáculos y verlos como oportunidades, a ser capaz de dar pero también estar dispuesta a recibir, a ser tolerante, respetuosa y justa. Quiero tomarte de la mano, y ser todo lo que quiero para ti, contigo a mi lado.

Quiero que sepas que, desde ahora, deseo que seas una mujer empoderada, que cuestiona, que defiende, que lucha por lo que desea, que tiene dignidad y que se reconoce valiosa... Pero sobre todo, quiero que seas inmensamente feliz de la forma y como tú lo elijas. Porque efectivamente... ayer recibí la noticia de que ¡eres una preciosa nena! 
¡Te amo, te amo con todo mi ser mi hermosa pequeñita!

Pd. Esta es la canción que te canto... "Nunca podrás sumar lo que te quiero..."

domingo, 17 de mayo de 2015

Carta a un ex-amante




Sé lo que piensas... Piensas que todo fue un error... Piensas que te engañé y que por eso me fui con otro... 

Esperabas que, como siempre, te contestara el teléfono cada vez que llamabas, y que estuviera disponible y lista para complacerte, cada vez que tu quisieras. Lo reconozco, te amaba y por eso lo hacía. Por eso siemore estaba ahí para ti.

Recuerdo que cuando supiste que había conocido a alguien, que salíamos de viaje y que estaba feliz, me reclamaste el haberte mentido. 

Todavía conservo tu último mensaje. Te imagino dolido y lastimado. Creo que ahí fue cuando me di cuenta que si me querías. Ni tú sabías cómo, ni porqué, ni para qué... Pero no me cabe duda de que me querías. 

Nunca te dije que el tiempo que estuve contigo, lloraba porque te extrañaba, porque tenía necesidad de ti y no te tenía, porque quería dedicarte mi vida y tu no podías corresponderme de la misma forma. 

Y justo, cuando peor me sentía, apareció esa persona... Esa persona que tanto detestas y que me dio algo que tú jamás ibas a darme, aunque ahora digas lo contrario.

Cuando no había vuelta atrás y yo ya había tomado decisiones, apareciste una vez más para decirme: "Yo estaba arreglando mi vida para poder estar contigo... Yo me veía viviendo contigo porque te amaba". 

Entonces  me invadió una profunda tristeza, mientras pensaba porqué jamás me lo dijiste, porqué tus acciones no correspondían a eso que ahora me decías... En el fondo me convencía a mí misma de que tú me estabas mintiendo, que eras igual a todos aquellos hombres que le prometen cosas a su amante a sabiendas de que no podrán cumplírselas. 

Ahora, en mis circunstancias, me reclamas, me juzgas, me dices que me equivoqué, que tomé muy malas decisiones. Peor aún, intentas mostrar una preocupación que a mi más bien me parece lástima. Ese maldito sentimiento que no debiera existir. Lástima porque las cosas con "ese hombre" no funcionaron, lástima porque decidí afrontar nuevas responsabilidades yo sola... Detesto la lástima, pensé que lo sabías. Pensé que me conocías lo suficiente para saber que no iba a permitirte que me juzgaras y mucho menos que me lastimaras más.

El día de hoy me di cuenta que ese amor que nos teníamos era tan grande, que no nos permite ser siquiera amigos. Yo sigo creyendo que algún día te volveré a ver, que algún día te volveré a abrazar y tu... Tú no sé que piensas... Te regodeas jugando con mis sentimientos y mi tiempo. Y ya no estoy dispuesta a soportarlo más.

Reconozco que sí, fuiste el amor de mi vida. Te amé como a nadie he amado, me hiciste tocar el cielo cada segundo a tu lado. Es más si pudiera, te seguiría amando. 

Pero ya no. Ya no más. Me has demostrado que puedes ser el más hiriente de los hombres, el más burlón, el que más me juzga, el que juega a ser el amigo y actúa como verdugo.

Hoy tengo algo que ocupa más mis pensamientos y que me invita a luchar y a ser feliz, así que no puedo tenerte más en mi vida, reprochándome, mintiéndome, y haciéndome creer que algún día volveré a verte...

Ya no. Hoy te suelto y te pido que me sueltes. Hoy te digo adiós. Adiós para siempre.

martes, 12 de mayo de 2015

Mi antes y después...


Escena 1:

Amiga llamándome por teléfono a las 7 de la noche: “Hola tú, vamos a ir a cenar a Coyoacán, ¿vienes?”.

Yo: “La verdad no, estoy muy cansada, tengo mucho sueño y aún no se me quitan las náuseas”.

Escena 2:

Amigos corredores: “Oye, vamos a entrenar mañana a las 6 de la mañana en el Sope y después vamos por jugos, ¿vienes?

Yo: “Prefiero ir a caminar al parque que está por mi casa a las 9 de la mañana y desayunar barbacoa con champurrado porque ¡traigo un antojo!...”

Escena 3:

Amiga con ropa recién desempacada de su último viaje a Estados Unidos: “¡Ven a ver la ropa que traje! Hay unos vestidos sensacionales…

Yo: “¡Súper! Pero, ¿no trajiste ropa para bebé?”.

Escena 4:

Amigos intensos: “Nuestras siguientes vacaciones podríamos ir a acampar, bucear, hacer tirolesa… ¿Qué te parece?

Yo: “Por supuesto que no… bebé va a tener 3 meses y no lo voy a exponer al agua contaminada, moscos, exceso de sol, etcétera… ¿Porqué no hacemos algo menos intrépido?

Hace poco me preguntaron quién era yo antes de saber que estaba embarazada. Y sí, esa era yo: fiestera y social a más no poder, corredora empedernida (aunque justamente una noche antes estuviera socializando), compradora compulsiva, viajera aventurera capaz de quedarse acampando a un lado del río con corriente creciente, y eterna preocupada por el ejercicio y la dieta.

Entonces, en menos de seis meses, mi vida dio un giro impresionante. Conocí a una persona y quedé embarazada.

A pesar de que ambos deseábamos ser padres, fue una verdadera sorpresa. Los dos profesionistas, mayores de 35 años y súper independientes, de repente nos enfrentábamos a la responsabilidad que implica tener un hijo y las dudas que asaltaban nuestra cabeza: ¿Cómo cambiaría nuestra vida?, ¿Seríamos buenos padres?, ¿Qué pasaría si nos quedábamos sin trabajo?, ¿Íbamos a lograrlo a pesar de vivir en países diferentes?, etcétera, etcétera, etcétera.

Actualmente tengo 20 semanas de embarazo y las dudas siguen presentes. Sin embargo, a título personal y a pesar de muchísimas dificultades de todo tipo, puedo decir que esta ha sido la etapa más maravillosa de mi vida, pues he sentido en carne propia lo que es amar infinitamente a alguien, aún sin conocerlo. Así, he cambiado la juerga con mis amigos por cursos de porteo, psicoprofiláctico y liga de la leche. He dejado de lado la obsesión por mis kilos y mi cuerpo, y ahora doy gracias a la vida diariamente por permitirme tenerlos, pues ellos demuestran mi capacidad creadora, mi capacidad de dar vida a un nuevo ser. Sin pensarlo siquiera, solamente llevada por el instinto y por el amor, he convertido las necesidades de mi bebé en lo único y más importante. Y sí, he cambiado la aventura extrema por la comodidad familiar, por el bienestar de esa pequeña personita que me ha sacado lágrimas de felicidad en cada ultrasonido y con cada patadita en mi vientre.

Aprendí que tener un hijo representa el origen de no sólo de una vida, sino de la humanidad entera. Gestar un bebé te conecta con inicios no solamente biológicos, sino incluso filosóficos y hasta espirituales. Y como si esto fuera poco, el ser madre te hace sentir un amor único, puro y auténtico. ¿Puede haber acaso una experiencia más sublime y maravillosa?

Efectivamente, he cambiado. A partir de que estoy embarazada, doy gracias a la vida por darme esta grandiosa oportunidad de aprender el verdadero amor, y a mi bebé, por haberme escogido como a su madre. Sin duda, no cambiaría todo esto por un vestido, una fiesta, un viaje extremo o un cuerpo perfecto, porque ahora más que nunca, ¡amo ser mamá!

miércoles, 6 de mayo de 2015

Eres...



Eres esa persona que me hace sonreír con tan sólo escuchar tu voz o leerte en un mensaje, no importa el día, no importa la hora...

Eres esa persona que me hace enojar conmigo misma por haber tomado decisiones equivocadas...

Eres esa persona que me hace sentir los más arrebatados deseos y unas ganas incontrolables de hacerle el amor cada noche...

Eres esa persona que me hace amarla y odiarla al mismo tiempo... Odiarla porque acalla las palabras de mi cabeza, amarla porque me hace sentir sin más, sin límites...

Eres esa persona con la que no pongo condiciones con tal de estar entre tus brazos...

Eres esa persona con la que quiero compartirlo todo, no importando las circunstancias...

Eres esa persona que va y viene, y que sin embargo, siempre está presente...

Eres esa persona que quiero mantener en mi vida y que no quiero que se vaya jamás...

Porque a pesar de todo, del tiempo, la distancia, las discusiones y la indiferencia, eres mi todo.