miércoles, 31 de diciembre de 2014

Despidiéndome del 2014...

Hace justamente dos días, mientras mi esposo y yo veíamos noticias en la televisión, le dije algo así como: "¡Para mí el fin de año es im-por-tan-tí-si-mo, así que tenemos que hacer algo en grande!". La verdad, estaba un poco privada porque sentía que éramos los únicos sin plan y este año yo quería amanecer bailando enmedio de una gran bulla.
 
Entonces él me miró y me dijo: "Amor, ¿como crees que la están pasando los familiares de las personas que fallecieron en el accidente de Air Asia? ¿No crees que lo importante es que estemos juntos y con las personas que más queremos y dar gracias a Dios por ello?". ¡Gulp!, duro y a la cabeza.

Así que en vez de hacer un típico recuento, decidí dar gracias. Gracias a Dios, al universo, a la vida y al destino, por haber hecho de este año, un año excepcional, en el cual aprendí muchísimas cosas.
 
En 2014 tuve oportunidad de enamorarme de un hombre con quien no podía estar por diversas circunstancias. Él me hizo sentir amor, odio, rabia y logró que mis emociones fueran una montaña rusa durante algunos meses. Con él aprendí a ser tolerante, pero también aprendí a ser firme y determinante cuando se trata de terminar una relación -de cualquier tipo- con personas que una muy buena amiga mía denominaría "tóxicas".
 
Poco después conocí a mi esposo. Fue un encuentro rápido, corto y muy criticado por muchos (afortunadamente, ya había aprendido a alejarme de la gente "tóxica", jejejeje). Nos casamos casi a los dos meses de conocernos y a partir de entonces me he sentido inmensamente feliz. Decidí estar con él porque es un hombre excepcional, que me hace reír y que a veces me ha hecho llorar. Con él he aprendido lo que es el verdadero amor, el respeto y la confianza. Además aprendí que, en ocasiones, lo mejor aparece después de haber esperado pacientemente. Así, espere 36 años para casarme y esperé dos meses -que a mí me parecieron eternos- para volver a ver a mi esposo, poco después de habernos casado. Sin duda, la espera siempre trae su recompensa. Me casé convencida y por amor, dispuesta a luchar por lo que quiero y lo que siento, y sobre todo, dispuesta a formar una familia.

Sí, una familia. ¿Cómo llegué a esto? Yo me autodenominaba una mujer super independiente que no necesitaba esposo o hijos para sentirse completa. Y definitivamente, estaba completa. Entonces, mi hermana se convirtió en mamá y nació un angelito hermoso que vino a revolucionar mi vida con sus sonrisas y gestos, con sus bailes y monerías. Con el paso de los meses me dí cuenta que no quería pasar mi vida sola y que estaba lista para tener una pareja con quien formar una familia. Justo en ese momento apareció quien ahora es mi marido. ¿Existen más motivos para sentirme agradecida con Dios y con la vida por todo lo bueno y lo malo vivido este año, y que indudablemente me han llevado hasta el día de hoy?...

Pues sí, hay más. Mi mami solamente estuvo una vez en el hospital, y una vez más me demostró que es una mujer muy fuerte, muy valiente, muy luchona y mi ejemplo de vida. Una mujer excepcional, para mí la mejor de todas y por cuya vida doy gracias una y otra vez. Por otro lado, tuve oportunidad de convivir más con mi hermana y de adoptar dos nuevas hermanas, amigas que siempre, y a pesar de todo, han estado ahí para jalarme las orejas, para decirme "no estoy de acuerdo, pero te apoyo" y para escuchar mis aventuras, mis quejas -que a veces son insoportables- y todas y cada una de mis locuras.

Este 2014, además me permitió valorar a las personas que tengo alrededor. Hubo muchas decepciones, personas que con sus actitudes me demostraron que nunca fueron mis amigas y que sólo se alimentan de hablar de los demás, en vez de dar la cara... ¿Ven a que me refiero cuando hablo de gente "tóxica"? Frente a esas experiencias negativas, también hubo gratas sorpresas y créanlo o no, ahora tengo amistades en la oficina, personitas que se soplan mis buenos y malos ratos en las casi doce horas al día que pasamos juntos y que me sorprenden con una sonrisa, un buen consejo y hasta una mueca de desaprobación.

Por otro lado, pude viajar muchooooo... Sola y acompañada. Fuí a Pie de la Cuesta, Oaxaca, las Islas Marietas (debo escribir sobre ese viaje simplemente es-pec-ta-cu-lar y súper súper recomendable) y por primera vez crucé el charco y visité Ginebra, Francia y Bélgica. De todas estas experiencias aprendí, no solamente que odio los aviones, pero que un clonazepam y un dramamine bastan para que esté relajadita todo el vuelo, sino que además, soy adicta a conocer lugares diferentes, viajar con bajo presupuesto, bucear, aventurarme y hacer nuevas amistades. No sólo eso, también me dí cuenta que a pesar del PRI, de Peña Nieto, del narcotráfico, la delincuencia, los baches, la contaminación y un largo etcétera, como México no hay dos, que amo inmensamente a mi país y que estoy muy orgullosa de ser mexicana.

En fin, hay tanto que agradecer... nuevos amigos, un trabajo que me encanta, haber terminado (¡por fiiiiin!) mi segunda maestría, tener salud, estar con mis seres queridos, las lágrimas de dolor emocional y físico, las risas y las copas de vino compartidas, los sustos (como cuando sin saberlo, me estaba intoxicando con una fuga de gas que había en mi casa), las decisiones...

Hoy empieza un nuevo año y con ello, Dios y la vida nos regalan un nuevo libro en blanco para escribir sobre él. Esa sola sensación, a mí me parece súper emocionante...

¿Que si tengo propósitos? No sé si los llamaría como tal. Más bien tengo planes, por ejemplo, mejorar mi técnica de natación (mi hermana dice que no entiende porque yo no aprendí tan bien como ella si fuimos a la misma escuela... yo tampoco me lo explico); certificarme como buzo (alguna vez ya había tomado todo el curso, pero no estoy certificada); volver a correr (obvio, si mis tobillos lo permiten); seguir con mi curso de francés, y sobre todo, luchar por ser feliz día a día. Si esos planes se concretan estará espectacular, si no, seguro es porque la vida me tiene deparadas muchas y mejores sorpresas...

Así, como ahora... estaba dispuesta a pasar año nuevo de vacaciones en Sudamérica y en cambio, la pasaré en compañía del hombre que amo aquí en mi maravilloso país... Para mi buena suerte, conseguimos un lugar donde podremos amanecer bailando, al tiempo que pienso: "¡Gracias por todo 2014... bienvenido seas 2015!".